
Aunque los científicos nunca llegaron a meterse realmente en las cocinas para observar a los solteros, la historia se basa en hechos reales. Son inherentes y propios de una época en la que se creía en un futuro radiante. En 1950, se instalaron dos prototipos de cocina en un tren que recorría la costa noruega. Durante sus 66 paradas, 250.000 personas hicieron cola para ver esas cocinas. Además, hablando con personas mayores, hemos descubierto la existencia de películas sobre las cocinas, sobre las lavadoras... Había un montón. No eran anuncios publicitarios de un minuto, sino películas de 58 minutos, una mezcla de publicidad e información práctica.
La tercera película de Bent Hamer recuerda igualmente las relaciones complejas entre Suecia y Noruega:
Históricamente Suecia es un gran país de Europa, de pasado guerrero, precisa el cineasta. Poseía un territorio extenso y, aunque la época de su apogeo data de varios siglos atrás, la conciencia de ese poder permanece en el espíritu sueco. Por ejemplo, el año pasado, cuando quisimos fusionar las dos compañías telefónicas, la sueca y la noruega, se discutió mucho la elección de la sede social. Cada país quería instalarla en su territorio. Pero después de agotar todos los argumentos, los suecos afirmaron: "Nosotros estamos mejor preparados que vosotros para el comercio internacional". Noruega siempre ha sido un país pequeño. Hasta 1.905 estuvimos unidos en federación con Suecia y Dinamarca. Suecia era el primo mayor. Esta historia es la que forma el fondo de la película. Hoy en día las cosas han cambiado. Si Suecia posee las industrias más antiguas, nosotros tenemos el petróleo. Eso les cabrea muchísimo. Y en la Segunda Guerra Mundial ellos fueron "neutrales". Esta cuestión se plantea mucho más en la generación de mis padres. En el Norte de Noruega la gente sufrió de verdad. Los ocupantes quemaron sus tierras. La gente se siente aludida por la guerra y habla de ello. Los viejos echan pestes de los alemanes, pero las generaciones siguientes no han conservado prejuicios. Los niños siguen estudiándola en el colegio, pero cada vez se habla menos de ella. Es cierto que no se puede olvidar la historia, pero hay que abrirse, conocer a la gente. No podemos culpar a los hijos y los nietos por aquellas acciones. Hoy nos centramos menos en la Segunda Guerra Mundial. Otros conflictos más recientes, como la guerra de Irak, ocupan el frente del escenario.
La cinematografía escandinava se exporta gracias principalmente al éxito del séptimo arte danés. Noruega tiene más problemas para mostrar su obra en el extranjero. Según Bent Hamer:
La cinematografía noruega es mucho más joven que la sueca o la danesa. En los años setenta tuvimos una tradición de cine político. Desde el principio de los años ochenta las películas noruegas se hicieron más personales. Yo soy optimista, pero somos un país muy pequeño. Nuestra situación es frágil. Es difícil encontrar cada año buenas películas porque la producción es muy limitada. Se hacen entre diez y veinte cada año. Si hay veinte es que es un buen año. Pero nuestra cinematografía sobrevive gracias a una institución pública. Hasta ahora hemos tenido un sistema eficaz que nos permitía que las películas modestas se vieran sin dificultad en todo el país. Ahora es posible que ese sistema desaparezca. Ya se ha empezado un debate para tratar de su privatización. Como en todas partes, la gente ve sobre todo películas americanas. Pero las obras extranjeras o las películas de bajo presupuesto encuentran también su público.
Entrevista de Michaël Melinard.
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